La ruta que vamos a emprender por Huétor Vega, Cenes, Monachil y La Zubia permite conocer el entorno natural e histórico de la vega de Granada en cualquier época del año.
Granada, tierra de leyenda, derroche arquitectónico y heredera de una rica cultura, ha sabido preservar el encanto que nació con el dominio de Al-Andalus.
Íntima y cosmopolita, la provincia se muestra como un laberinto de culturas, una encrucijada de palacios, baños, casas y templos de huella árabe. Aún siendo La Alhambra, la joya patrimonial de origen morisco en la provincia, multitud de pueblos ejemplifican el pasado histórico de la misma.
Es el caso de Huétor Vega, Cenes de la Vega, Monachil o La Zubia, municipios localizados en la vega. Se trata de una vega en la que aún pervivenrestos de acequias árabes y que cuentan con un entorno de enorme belleza. Es en esta ruta donde se aconseja visitar la estación de esquí de Sierra Nevada, si se es amante del deporte blanco. Es en Granada donde descansan los restos de los Reyes Católicos.
GRANADA, reino de Al-Andalus
La Alhambra, joya arquitectónica indiscutible y que preside la ciudad de obligada visita en tierras españolas, comparte protagonismo con el encanto del Albaicín o el Sacromonte, barriadas antiguas que dieron cobijo a los moriscos en una tierra hoy estudiantil.
Las cuevas del Sacromonte son escenarios de espectáculos flamencos y otra propuesta para saborear una ciudad cosmopolita de belleza cautivadora.
El viajero no debe dejar de acceder a estos barrios a pie o en microbús, pero siempre sin olvidar recorrer el paseo de Los Tristes o subir hasta San Nicolás, mirador frente a La Alhambra.
Otros destinos son la primera catedral renacentista de España, la Capilla Real, que guarda los restos de Juana la Loca, el Corral del Carbón, el monasterio de San Jerónimo, la Alcaicería, mercado artesanal granadino y el palacio de Carlos V.
Granada esconde tesoros arquitectónicos que recuerdan el paso de árabes y judíos. Se trata de una ciudad morisca por excelencia, bulliciosa, estudiantil y multicultural. Granada se abre al viajero entre callejuelas y barriadas dignas de recorrer y compagina las posibilidades de una gran ciudad con el encanto de sus bellos rincones.
HUETOR VEGA, zona residencial árabe
Al sur de Granada, el viajero topará con la localidad de Huétor Vega, ya cruzada por el río Monachil y con una importante zona de vega. Fue en ella donde los árabes habitaron en alquerías que hoy han dado lugar a este bello enclave granadino.
Las acequias que aún perviven en el pueblo recuerdan la época árabe. Huétor Vega se ha convertido con el tiempo en una zona residencial para los vecinos de la capital. Sus emblemas patrimoniales son la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, en la que destaca un artesonado mudéjar.
La casa de cultura se ubica en el edificio del Carmen de San Rafael. Se recomienda pasear por la barriada de los Corteses y los Peñones, subir la cuesta de los Pozuelos o descubrir los rincones y patios blancos de la villa.
Conocer Huétor Vega implica haber degustado sus patatas ‘a lo pobre’, sus migas, o sus chuletas. Tras la comida, que bien podría realizarse en el restaurante El Lucero, el turista puede acercarse hasta el Camino Real, localizado en la parte norte del pueblo y que simboliza la vía por la que los pastores se dirigían hacia las zonas de pasto o se adentraban en Sierra Nevada.
CENES DE LA VEGA, por el camino Real
La localidad se enclava en la ribera del Genil. Su perfil se dibuja con castaños y nogales, además de con árboles frutales. Se trata de un enclave muy visitado para los caminantes que recorren etapas de montaña y un pueblo excepcional para descubrir el legado árabe. Simboliza la puerta de entrada a Sierra Nevada.
Por Cenes de la Vega también discurre el Camino Real, mencionado anteriormente. Por este tramo se puede descubrir restos de regadíos árabes que nutrían huertas y frutales. El barrio de la Venta esconde una necrópolis morisca, mientras que en el pueblo se levanta un templo del siglo XVI.
Es recomendable, igualmente, visitar la fuente de la Pita y disfrutar de la naturaleza y de manjares, si se da la ocasión, como el ‘puchero de San Antón’ o la ‘cazuela de Semana Santa’.
MONACHIL, alta montaña
Repartida en urbanizaciones, la localidad de Monachil cuenta con una gran extensión. En su término se enclava la Estación de Esquí de Sierra Nevada, lo que da cuenta del valor turístico de la zona, y uno de los picos más altos del accidente geográfico, el Veleta, atractiva cumbre para los montañeros.
Monachil pueblo, el barrio de Monachil y la estación de esquí son los núcleos que conforman el municipio, en cuya zona antigua se abren callejuelas serpenteantes y balcones sobre el río que cruza y da nombre al término.
Pendientes y cultivos de vega hacen de Monachil un enclave pintoresco en el que se descubre la iglesia de la Encarnación, cuyo principal tesoro es un majestuoso retablo renacentista.
La casa del Molino, por otro lado, recuerda aquellas mansiones que se levantaron en Monachil, ya desaparecidas. Lo que sí perviven son algunas de las viviendas-cueva típicas de esta provincia andaluza
Cabe recordar que la estación de esquí es un destino turístico de primer orden.
Hasta ella se desplaza un elevado número de personas para disfrutar de este tipo de deporte de montaña.
LA ZUBIA, origen romano y pasado morisco
Pese a tener un origen romano, La Zubia es un buen ejemplo de los pueblos granadinos que atestiguan el paso de los árabes. Multitud son los restos que lo afirman. Quizá, el más significativo sea el de los baños árabes del siglo XII que se encuentran en La Zubia.
La casa del Miedo o de Mariquita la Chana son otros ejemplos de lo argumentado. Y como no podía ser de otra manera, las acequias recuerdan las técnicas de regadío de los moriscos. Sobre ellas se levantan tres arcos árabes. El molino de Cantares, en estado ruinoso, es otro de los restos árabes que aún perviven.
Junto a estos bienes patrimoniales, La Zubia presenta al viajero la iglesia del que fuera convento de San Luis, el templo de Nuestra Señora de la Asunción y dos ermitas, cada una de las cuales en tributo a la Virgen de Caravaca y a San Pedro.
Antes de abandonar el último destino de la presente ruta, es aconsejable visitar el ara romana. Piedra sobre la que posteriormente se levantó la conocida Cruz de San Antón.
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