Nos asomamos al norte de la provincia de Burgos, a la gran extensión de cuevas que abarcan varios municipios. Comenzamos en Burgos, pasamos por Medina de Pomar y paramos en Espinosa de los Monteros.
El complejo kárstico de Ojo Guareña es uno de esos fenómenos naturales que dejan sin habla al ser humano. Ante nosotros se presentan casi 100 kilómetros de cuevas formadas principalmente por rocas calizas, en una comarca que se conoce como Las Merindades.
Varios ríos rodean este fenómeno, sin embargo, los ríos Guareña y Trema no pueden dejar a un lado tan bello espectáculo y se aventuran a meterse dentro de las cuevas.
La vida de las localidades que conforman el conjunto ha estado absolutamente marcada por la presencia de estos macizos y así lo demuestran los restos que se han encontrado en los alrededores adornados por una flora y fauna en consonancia con la grandiosidad del karst.
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BURGOS, capital de belleza
Partimos de la capital de la provincia en busca de la naturaleza. Burgos es una ciudad rica en historia, sobre todo teniendo en cuenta que fue la capital de Castilla. Es una urbe rodeada de unos parajes de ensueño que echan por tierra el mito de la España árida.
En Burgos destaca la catedral, templo de la espiritualidad, y nada mejor para comenzar nuestra ruta que un gran edificio dedicado al culto de Dios. A través de las cuevas vamos a poder contemplar cómo ha evolucionado la religiosidad del ser humano. Desde el paleolítico hasta nuestros días el hombre ha creído en al más allá de nuestro mundo.
Partimos hacia un paraje donde abundan las encinas y los quejigos entre los que viven buitres leonados, alimoches, jabalíes o gatos monteses, entre otras especies. Dentro de la cueva nos esperas más de 53 especies de invertebrados cavernícolas cuatro de ellas carecen aún de descripciones. Estos invertebrados viven entre especies de algas y hongos.
MEDINA DE POMAR, el respirar de la historia
Hemos llegado a Medina de Pomar yes el momento de realizar visitas artísticas y culturales porque estamos en una localidad con unas murallas detrás de las que se guardan auténticos tesoros. Estamos en la antigua capital de las Merindades, esa categoría y su estratégico punto geográfico la han ayudado a coleccionar tanto arte.
Andemos por el casco urbano y contemplemos las calles empedradas y las antiguas casas de los hidalgos castellanos, entre los que destacaron los Condestables de Castilla y los poderosos Velasco. Pronto veremos el alcázar que le ha dado auténtica personalidad al pueblo. Las esbeltas torres, otro signo de identidad de Medina.
Llegamos a la judería, una zona que desprende olor a medioevo. Este barrio tuvo tal importancia en su tiempo que los Reyes Católicos lo respetaron y permitieron que mantuvieran negocios e incluso que levantaran una sinagoga.
A las afueras del casco nos espera el convento de Santa Clara, una joya. Este monasterio guarda en su interior un museo y el Panteón de los Condestables de Castilla. También un estupendo crucificado de Gregorio Hernández se cobija bajo los techos de tan bonito edificio.
ESPINOSA DE LOS MONTEROS, el más puro carácter montañés del cantábrico
Situada a los pies de la cordillera Cantábrica, esta localidad goza de un clima verde y alegre que las numerosas lluvias mantienen siempre fresco. Espinosa de Monteros es un pueblo típicamente montañés. De hecho, es conocida por sus Monteros, un grupo de hidalgos que tenían por función velar los aposentos de los reyes de España durante las noches. Esta tradición comenzó en el año 1006 y se mantuvo hasta 1931.
Estos monteros reales plagaron la villa de hermosas torres y casas señoriales que marcan aún más el carácter montañés del conjunto. Luego nos asomaremos al castillo de los Condestables o de los Velasco (s. XIV y XV), al palacio de Chiloeches, a las torres de los Azulejos y de Valanto y a las iglesias de Santa Cecilia, San Nicolás y Santa María.
Una vez que hayamos disfrutado de Espinosa debemos recorrernos los pueblos de la llamada zona Sotoscueva, cuyas formas de vidas son totalmente originales, nos encaminamos al complejo kárstico. Desde Espinosa hasta San Martín de las Ollas veremos municipios como Barcenillas de Cerezos, Quintanilla del Rebollar, Quintanilla Sotoscueva, Quisicedo, donde admiraremos la torre del mayorazgo de losVelasco, Cueva o Santelice, entre otros.
Aquí, en el valle de Sotoscueva nos rodearán los arroyos, de entre ellos destaca el río Terán, que se abra paso entre las montañas formando un bello cañón. Lo mismo ocurre con su afluente el Hoz cuyas aguas alimentan el acuífero de Ojo Guareña.
El río Guareña no consigue abrir ningún cañón, afortunadamente porque su corriente se va filtrando por diferentes sumideros formando la gran mayoría del Complejo. También se filtra rápidamente el agua de la lluvia o del deshielo que crean nuevos cursos de agua que embellecen los acuíferos.
Pero centremos nuestra atención en el arroyo Villamartín, en su camino llega a una depresión cerrada ubicada sobre el curso del Guareña y termina saltando por la Sima Dolencias. La vista es impresionante, el Villamartín salta 54 metros de desnivel.
Entremos en las cuevas, 28 han sido los lugares de su interior declarados de interés arqueológico, pero nos vamos a detener en la Sala de las Huellas. Nuestros ojos no podrán creer lo que ven, un conjunto de huellas de pies descalzos pertenecientes a un grupo de humanos que pasaron por allí hace unos 15.000 años. Luego iremos hasta la cueva de San Bernabé y nos detendremos en el sumidero de Guareña. Y de la mano de expertos caminaremos por la cueva Palomera.
Luego nos fijaremos en la loma que va de oeste a este para contemplar los macizos por fuera. En algunas zonas se han formado las denominadas ‘conchas’. Son las incisiones provocadas por el agua al intentar penetrar por la piedra caliza.